sábado, 23 de abril de 2011

Pappo, según Sergio Marchi


Escrita por: Pablo Pilanski

Sergio Marchi, autor de la biografía de Charly García y del libro “El hombre Suburbano”, que habla sobre la vida de Norberto “Pappo” Napolitano, contó detalles de la vida del ídolo del barrio, y aseguró que “andaba por el escenario como quien anda en pelotas por su casa”.


-¿Estás muy ocupado últimamente con la salida del libro?

-Sí, pero ahora más todavía, porque salió una tapa que dice: “alerta Charly”, y se lo ve como está ahora, muy gordo, muy hinchado. El hijo salió a denunciar que Palito Ortega lo tiene sedado para quitarle la guita. Nada, las boludeces de siempre. Cosas de plata seguro de Miguel (García). También ando de acá para allá con el libro del Carpo.

-¿Dedicaste algún capítulo del libro para Pappo en relación con el barrio de La Paternal?
-Yo tengo una cuestión personal, mía, de que me encantan los mapas, me gustan las cosas de límites, fronteras, barrios. Yo aparte soy de un barrio preciso que es Flores, donde viví durante 23 años, y ahora vivo en Villa Crespo. Lo primero que investigué era si efectivamente Pappo vivía en La Paternal, y me di cuenta que no, que vivía en Villa General Mitre. Y después, mirando bien los límites, porque tiene una geografía curioso, que tiene mucha mística. Además es como un recoveco, y vi que los límites incluyen la cancha de AAAJ.

-Es un tema que se remonta a 1924, cuando Argentinos deja su canchita de Fraga y Estomba, y alquila el predio de Avenida San Martín y Punta Arenas, que pertenecía al Ferrocarril del Pacífico (ahora FC San Martín). En ese momento es cuando se empieza a usar el apodo “Los criollos de La Paternal”. (Fuente: Argentinos Juniors, Historia de un sentimiento, de Hugo Frasso).
-Ah, eso no lo sabía. Igualmente, al igual que Argentinos ahora, Pappo solía decir que era de La Paternal, no de Villa General Mitre, porque además La Paternal tiene fuerza rockera. Porque también está Emilio Villanueva, el saxofonista de Memphis, que es “el saxo de La Paternal”. Quizá suena más débil que decir que uno es de La Paternal.
A mi barrio le quieren poner “Palermo Queens”, y las pelotas, estamos en Villa Crespo, a mi no me gusta. Palermo Queens es un invento. Y realmente, yo que tengo cierta cultura barrial, y me jode cuando malinterpretan los límites.
También cuento la historia del arroyo Maldonado, que es una historia buenísima, y que me sirvió para darle una buena entrada al lector, que no fuera la típica de “Pappo nació tal día en tal lugar”.

-Vos hablabas de Emilio Villanueva, y él estuvo en los festejos el 10 de Marzo en la Plaza de Pappo para lo que sería el cumpleaños de 61, que se hizo un recital junto a otros artistas.
-Ah, no sabía que se había hecho, pensé que como Liliana, su hermana, se había ido a vivir afuera, no se iba a hacer más. De haber sabido, habría ido.

-¿Tenés alguna anécdota que hayas vivido con él?
-Más que nada en situaciones de prensa, yo recuerdo la primer nota que le hicimos, con Eduardo De La Puente, allá en el año 1984, cuando nosotros teníamos “Tren de carga”, y que esa vez conversamos sobre todo lo que estaba pasando con Reef, y de la música pesada. Me acuerdo que me encantó conocerlo porque yo lo admiraba de chico. Después pude ir a la mítica casa de Artigas y Camarones, donde conocí a su mamá, Angelita, que me sirvió un café y me dijo: “Esperalo a Norbertito, que se está despertando”, y eran las 3 de la tarde. Yo nunca fui de idolatrar a uno, a mi me gustaban todos. A mi lo que me gusta del rock es que podes tener una gran amplitud. A mi me gustaba Pappo, pero también me gustaban Spinetta y Charly. Hubo una banda que eran dos de los Almendra, y como quería conseguir los discos, me fui al Parque Rivadavia y los conseguí haciendo canje. Yo pensaba que podía hacer un gran negocios revendiendo, hasta que me di cuenta que no funcionaba. Hoy eso se perdió, y muchos de esos vendedores hoy tienen sus locales de venta de discos.

-¿Cómo era la casa de Pappo, un desastre o toda ordenada?
-No, la casa era ordenada porque la madre y la hermana vivían con él, que son mujeres que se encargaban un poco de la casa. Lo que sí su habitación era medio como una jaula de un león, me acuerdo que la madre me dice: “Norbertito dice que pases”. Y cuando pasé me dice con una voz más ronca de lo normal porque se estaban depertando, “Esperame que me despierto”.

-¿Cómo persona era desordenado?
-Él era desprolijo, pero no era sucio. Típico varón de barrio, se ponía una camisa sin planchar, esas cosas. No era un tipo pulcro y refinado. Pappo no era nada ordenado, capaz que tenía más ordenado con las violas, o con el taller, pero no se caracterizaba por el orden.

-¿Por qué se caracterizaba entonces?
-Por ser un guitarrista genial, un buen compositor, y un tipo muy gracioso. Era un muy buen humorista, ya de chico le cobraba unas monedas a los pibes del barrio para hacerles imitaciones, y hacía funciones en la casa. Liliana siempre dice que era un artista de tiempo completo. Aunque Pappo no era un tipo que contara chistes, te hacía reir con las ocurrencias del momento. Por ejemplo, iba al estudio y se prendía un pucho, cosa que no se puede hacer, y entonces el técnico le decía que lo apagara, porque no podía fumar ahí, a lo que Pappo respondía: “Ah, bueno, y mear la consola puedo?”. Era muy divertido, hacía locuras, por eso también es un personaje tan interesante para contar. Porque toda su vida fue muy pintorezca.

-Bueno, se formó un credo detrás de él.
–Sí, pero eso fue por traer a la Argentina la música pesada. Uno de los primeros en darle bola al blues. Inventó lo metálico en Reef. Tenía motivos para ser seguido. Él tenía un carisma muy especial, era un tipo que te dabas cuenta cuando entraba a una habitación, porque él entraba como “a lo malevo”, como diciendo “yo soy Pappo”. Es como esa gente que todo el mundo lo mira.
-¿Y cuando subía al escenario mucho más?
-No, porque él andaba por el escenario como quien anda en pelotas por su casa, no es que se ponía en personaje para seducir. Él era así, le salía muy natural.

-Hay un estereotipo del cantante pesado, que mata pajaritos con la suela de las botas. Pappo se parecía?
-¡No! ¡Para nada! Jamás dañaría a un animal, porque adoraba a los animales. Es más, en un reportaje él decía: “yo tengo un cuchillo de caza, pero solo salgo de casa en mi imaginación”. Él sería el estereotipo de soy grande, soy fuerte, y no me jodás porque te rompo la cara”. Era agresivo, pero no era que te iba a pegar. Si bien ha tenido algún accidente de ese tipo, la mayoría fueron potenciados por el alcohol. Igual era muy peleador de chico. Se cagaba a trompadas en el colegio cada dos por tres. No le gustaba estudiar, entonces se cagaba a trompadas con todo el mundo. El único tipo en el rock al que le podía tener un poco de miedo era a Alejandro Medina, que era una mole. Él y Pappo juntos, porque eran muy amigos, lo protegían mucho a Spinetta. Eso lo cuenta Alejandro en el libro. Que Spinetta era un ser muy frágil, muy hippie, y como lo veían frágil, se querían aprovechar de esa fragilidad, pero si estaban cerca de Pappo o Medina, no le tocaban un pelo, y si se acercaban a hacerle algo, lo mataban. Eso es bien de barrio, si viene alguien a hacerse el vivo con alguien más chiquito, que se meta con alguien de su tamaño.

-Seguramente en la investigación fuiste descubriendo cosas de él que no sabías. ¿Podés contar alguna?
-El hecho de saber que se había casado, por ejemplo, en el año 1977. Hay fotos de casamiento y todo. Fue algo nuevo eso, y lo descubrí cuando iba por la mitad del libro.

-Qué diferencia hubo entre escribir el libro de Charly García y el de Pappo?
-Lo más loco fue que con Charly conté lo que fui viviendo con él, y con Pappo no podía hacer eso, porque ya había muerto, así que fue una biografía mucho más formal que la de Charly.

-En lo que era el taller de Pappo ahora hay un supermercado coreano, y taparon lo que era el mural que se había pintado en homenaje a Pappo.
-Me había dicho Liliana, pero que iban a respetar el mural. Me da pena escuchar eso, pero bueno, el espíritu del Carpo los va a castigar, porque él está en el corazón, no en los lugares por donde pasó.





Esta nota fue publicada en la edición de Abril de Nuestro Barrio, periódico mensual de La Paternal.

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