lunes, 12 de diciembre de 2011

Abriéndose las venas para conocerse mejor

“Galeano comete, sin remordimientos, la violación de las fronteras que separan los géneros literarios”, dijo la editorial de uno de sus libros.

Eduardo Galeano, un periodista y escritor nacido hace 70 años en Uruguay pero con el corazón en toda la región sudamericana, representa la poesía en cuentos cortos, largos, gordos y flacos de la Latinoamérica actual. Es la mezcla perfecta entre un curioso periodista que se empecina en concebir historias donde otros
tan sólo ven hechos cotidianos, y un poeta que reúne sabiduría, sensibilidad y sencillez para decir lo que no dice, pero que a la vez está ahí escrito.

Una serie de libros encasillan su magia. Una serie de libros confirman que no merece ser categorizado bajo una etiqueta.

Con sus “Venas Abiertas de América Latina” otorga la invitación a un viaje que trasciende los límites del tiempo, que va y viene jugando con la historia. Lo dicho no es sacado de un cuento, sino que los cuentos que nos contaron eran más realidad de lo que pensábamos, y las realidades que nos contaron, eran más cuentos que lo que imaginábamos.

Tierra vírgen. Madre naturaleza. Pachamama y pueblos originarios. Naturaleza. Todo ello había. No era un desierto, ni los europeos la descubrieron. Los europeos la usurparon. No fue Campaña del Desierto, sino Campaña de exterminio de los pueblos que encontraron en un 11 de octubre su último día de libertad.
El libro es vital para entender la formación de la identidad argentina, y del desprecio por extranjeros que bien pudieron formar parte del mismo territorio nacional.

A 519 años del desembarco de “las montañas que se mueven en el agua”, según dice Galeano que dijo un inca, y de la matanza atroz de los europeos hacia los Mayas, son ellos mismos quienes en la actualidad les otorgan la sabiduría absoluta para condicionar a toda la humanidad y confirmar, con certeza efímera, que en el mundo se acabará un ciclo porque aquel pueblo así lo dispuso. ¿En qué quedamos?

Perseguido en épocas de dictadura uruguaya, Galeano deja una de sus frases en el aire: “Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable”.

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